Estaba yo el otro día esperando al autobús C cuando de repente veo en un panel que hay en las paradas más confluidas que quedan 19 minutos para que llegue. Yo, si no lo sabeis os lo digo, soy una deesas personas a las que no les gusta esperar y que necesito que las cosas ocurrán ya, asi que decidí dejar de esperar a ese autobús que llegaría el día del apocalipsis. Pero claro, entonces pensé: "¿cómo llego ahora a mi hogar?" Y pensé en coger el metro, pero últimamente lo que me pasa es que el metro me da un poco de claustrofoibia, sobre todo si voy solo, porque si voy con alguien me pongo a hablar y entre unas cosas y otras se me van las penas. El caso es que ante tal situación, la lejanía de mi hogar y el que no existiera otro autobús que me acercara a mi casa decidí ponerme a andar sin sentido por una calle de Madrid que se llama calle Alcalá, supuestamente en dirección a mi casa, hasta que se me ocurriera algo mejor.
By the Alcala street the chulapation comes and goes. No digo más.
En esa calle Alcalá, por la cual ciertos rumores apuntan a que la chulapa viene y va, es donde me ocurrio todo. Acababa yo de entrar a la pastelería más cara del mundo a comprarme un minibocadillo para aguantar el camino de Santiago que había decidido hacer, cuando de repente oí una voz de mujer bastante lastimera y apagada, que muy bajito decía: "ayúdeme, por favor"
En ese momento me dí la vuelta, y busqué de donde procedía esa voz. Se trataba de una mujer un poco anciana, mejor vestida imposible -con traje de chaqueta, para ser exacto- y superarreglada, que estaba sentada en un escaparate con cara de desesperación mortal En esos momentos me acerqué a ella ya que supuse que estaba muriendo, y le pregunté que que la ocurría. En esos momentos la mujer se calló por un segundo, y me contestó con la misma voz de infarto de miocardio de antes: "nada, es que estoy pidiendo". No se como describiros los que fueron los momentos de mayor tensión ambiental de la historia, en los que ni yo ni esa mujer sabíamos como reaccionar de la vergüenza que estábamos pasando por la propia situación. Yo casi nunca le doy dinero a los pobrea, a excepción de los que tocan todo tipo de instrumentos en el metro y si me gusta la canción (en concreto hay uno en la boca de metro de Sainz de Baranda, que para los que no seais de Madrid os diré que no es ningún lugar en especial, no vaya a ser que luego vengais a visitar Madrid y digais: "ah, ah, vamos a sainz de Baranda que dijo elmascachoperro que es genial y que hay espectáculos de luz y color") que toca Sirtaki con una guitarra eléctrica y al que desde aquí felicito y dedico este post.
Bueno, el caso es que me vi obligado a decirle a esa pobre mejor vestida imposible que no llevaba dinero, y ella me dijo:"perdone" con su misma voz de siempre.
En parte me quedé con las ganas de decirle que con esa indumentaria y esa forma de pedir - ya que, por si lo dudabais, ni siquiera ponía la mano- no iba a sacar nada en claro, pero decidí que ya había sufrido suficiente por ese día y huí. No me pregunteis que hice al final para llegar a mi casa porque no me acuerdo.